Juan María de la Cruz Carrón Rivarola (1934-2020)

Juan María de la Cruz Carrón Rivarola (1934-2020)

foto carron

 

ALAP lamenta la muerte del demógrafo paraguayo Juan María de la Cruz Carrón Rivarola y recuerda con gratitud su contribución a los estudios de población en su país. En su recuerdo, recurrimos a las palabras de la Asociación de Demografía Social del Paraguay y del Dr. Hugo Oddone.


Con pesar, queremos informar que nos ha dejado Juan María de la Cruz Carrón Rivarola. De las muchas cosas que se podrían mencionar sobre su vida, queremos destacar su gran contribución a los estudios de la población, siendo una referencia ineludible a la hora de entender la dinámica migratoria internacional de Paraguay. Aún hoy, sus textos publicados como parte de las colecciones de CEPAL-CELADE siguen siendo guías fundamentales para comprender no solo nuestro pasado, sino también los patrones que se mantienen en nuestro presente.

Sus contribuciones excedieron con creces esa faceta, donde destacamos también sus intentos por instalar políticas de población en general y sus intervenciones en torno al eje de fecundidad. En ese marco, fue miembro fundador de una de las instituciones pioneras en nuestro campo de conocimiento, el Centro Paraguayo de Estudios de Población (CEPEP).

Más importante aún resulta destacar la capacidad del Dr. Carrón en despertar vocaciones demográficas, cuyas huellas están presentes en nuestra formación y nuestro día a día.

Nos adherimos a estas líneas con el recuerdo de Hugo Oddone, quien acompañó durante un buen tramo el camino intelectual de nuestro maestro.

Asociación de Demografía Social del Paraguay (DEMOSPY)


Juan María Carrón Rivarola, fue un intelectual excepcional para el Paraguay de su época y su proyección en el ámbito latinoamericano fue la consecuencia natural de su cultivado intelecto. De ascendencia europea franco-hispana, abuelos paternos franceses y alemanes y maternos españoles, fue descendiente de un notable mestizaje de familias tradicionales de su país natal, como bien se definió él mismo: “Rivarola, que luego de su lejano origen italiano, se mestizó en el Paraguay con sangre española, guaraní y algo de raza negra”, a pesar de lo cual “nací en el Paraguay y me considero bien paraguayo.”

Una destacada trayectoria en el campo de las ciencias sociales, y en particular en el ámbito de la demografía, lo calificaron como destacado investigador, estudioso y divulgador de la realidad social y poblacional de su país, respetado internacionalmente. Doctorado en Sociología y con estudios en Demografía en el CELADE de los años de Carmen Miró, no solo se destacó por sus estudios y publicaciones, sino que se adhirió fielmente a la causa de la planificación familiar, cofundando y dirigiendo en sus primeros años el Centro Paraguayo de Estudios de Población (CEPEP), institución pionera en la materia y bajo cuyo patrocinio se creó la primera clínica privada prestadora de servicios a las mujeres paraguayas.

Su incursión en este campo no fue fruto de la casualidad ni de una ocurrencia intrascendente. Nació de una convicción profundamente humanista y religiosa, pues tempranamente Juan María fue llamado a la vocación sacerdotal, haciendo su carrera con altos niveles de excelencia. Iniciado en el Seminario Arquidiocesano de Buenos Aires, egresó con calificación summa cum laude como Licenciado en Teología de la Pontificia Universidad de Salamanca, pasó al Pontificio Instituto Bíblico de Roma donde se licenció en exégesis bíblica, estudió griego, hebrero y otras ciencias auxiliares necesarias para la exégesis de los textos bíblicos y regresó al país donde fue cofundador y vicerrector del Seminario Mayor del Paraguay.

Ya como sacerdote recorrió varios países donde le tocó vivir experiencias singulares y en todos tuvo algún grado de participación: en Argentina el enfrentamiento de Perón con la iglesia católica, en España la declinación del régimen franquista, en Chile el ascenso del socialismo y derrocamiento y muerte de Allende y, en el Paraguay, la lucha de las Ligas Agrarias Cristianas contra la dictadura de Stroessner y su rol de asesor de las mismas y director del semanario católico “Comunidad”, que hizo época enfrentando a la dictadura hasta su clausura final por el régimen autoritario.

Pero fue en Roma donde vivió los momentos decisivos de su vida sacerdotal y de su posterior reducción al estado laico. De esa experiencia, que le permitió ser testigo presencial del Concilio Vaticano II, nació su profunda decepción por lo que juzgó una traición de la curia vaticana a las decisiones progresistas que surgieron de dicho cónclave católico en los años sesenta. En particular, se sintió agraviado por el rechazo al uso de anticonceptivos modernos impuesto por el Papa Paulo VI en su Encíclica Humanae Vitae, presionado por la burocracia de la curia vaticana, contrariando las decisiones previas del Vaticano II. Carrón, férreo defensor de este Concilio y seguidor de sus orientaciones, afirma al respecto que “demasiadas veces bajo el palio de la tradición, se han querido hacer pasar corruptelas y hasta fraudes”. Ejerciendo el papel de asesor matrimonial del Movimiento Familiar Cristiano, Carrón había recogido los centenares de testimonios de mujeres y de parejas que reclamaban el derecho a decidir el número de hijos usando métodos modernos de planificación, conocedoras del fracaso del método Billings. Militante, no desde la política sino del sacerdocio, de la línea progresista de la “Iglesia de los Pobres”, Carrón vio terminada su misión eclesial y decidió formar su propia familia terrenal y luchar desde las ciencias sociales para seguir contribuyendo con esos derechos humanos fundamentales que supo vivir como cristiano.

Gracias a ello, el Paraguay y América Latina reconocen la vasta labor de estudioso e investigador de este hombre de sólidos conocimientos, que ocupó otras varias posiciones resaltantes dentro y fuera de su país: funcionario de CEPAL, Senador de la Nación, cofundador del partido Encuentro Nacional y Director del Instituto Superior de Educación, Carrón deja huellas imborrables de su paso por congresos, seminarios y encuentros de las principales instituciones de estudios demográficos de la región.

Para comprender el espíritu crítico de Juan María Carrón, el que lo llevó de la Iglesia a la Academia, nada mejor que esta evocación que hace en noviembre de 2013: “Acabamos de llegar de El Cairo, de la Conferencia Mundial de Población de las Naciones Unidas donde los hombres del Vaticano han tratado, una vez más, de manipular a los delegados latinoamericanos. Los motivos alegados son torpes e infundados. Siento vergüenza por la ceguera de mi Iglesia, por su incomprensión del mundo moderno, por su tendencia a retorcer el evangelio al servicio de su ambición de poder. Siento como que Dios ha abandonado a su Iglesia, dejando que se hunda en un mar de errores, no dogmáticos, pero sí pastorales”.

Y para despedirlo, sus propias palabras autobiográficas: “Fue una larga vida que se desarrolló en muchos países y en muchos ámbitos. Hoy, cuando estoy en el último cuarto de mi existencia en este mundo, cuando varios de mis amigos y parientes de mi edad están muriendo, siento el deseo de contarla. ¿Vale la pena acaso? Creo que sí. Lo haré como un intento de prolongar, hasta después de mi muerte, mi lucha por lograr una Iglesia renovada y una patria más justa y solidaria”. Que descanse en paz.

Dr. Hugo Oddone